Este miércoles se cumplen 25 años de la trágica muerte del brasileño Ayrton Senna, para muchos el mejor piloto en la historia de la Fórmula 1

Por Marco Quilca León
“¿Por qué no nos retiramos y nos vamos a pescar?”. La pregunta, una broma con algo de seriedad y premonición escondida, se la hizo Sid Watkins a Ayrton Senna el 30 de abril de 1994. El médico de los pilotos, quien falleció el 12 de setiembre del 2012 y fue uno de los mejores amigos del brasileño, muy en el fondo presentía que algo iba a ocurrir al día siguiente. Y era normal. El momento en el que conversaron fue después de la muerte de Roland Ratzenberger. El austríaco perdió el control de su coche en la prueba de clasificatoria del Gran Premio de San Marino y chocó frontalmente contra un muro.

Ni bien se enteró de lo sucedido, Senna, con el liderazgo que le daban sus tres títulos mundiales, se subió a un coche de seguridad y condujo hasta el lugar donde los médicos intentaban salvarle la vida a Ratzenberger. El brasileño solicitó a la organización la suspensión de la carrera del día siguiente. La respuesta fue un no rotundo.
Desde el circuito llamó por teléfono a su novia, Adriane Galisteu, con quien llevaba un año de relación. “No quiero correr”, le confesó con cierto temor. Sin embargo, la negativa de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) a suspender la carrera hizo que le contestara a Watkinds “no puedo retirarme”. Ayrton Senna falleció el 1 de mayo de 1994, durante el Gran Premio de San Marino. La curva de Tamburello fue el final de un mito, de un brasileño convertido en icono mundial.
Senna era el segundo hijo de una familia de clase media compuesta por cinco personas. En un país donde se encuentran futbolistas por doquier, él prefirió las ruedas. “Quería correr, y por eso prestaba atención en el colegio para que los deberes no le quitaran tiempo”, dijo su madre Doña Neyde en el documental “Senna” del británico Asif Kapadia. Ayrton le había prometido a su progenitora retirarse de la F1 cuando ganara su primer campeonato mundial. Pero no lo cumplió. Se subió al podio hasta en tres oportunidades.
Antes de engañar a mamá ‘Beco’, como lo llamaban, Senna asombró a todos en Brasil ganando torneos locales. Luego llegó la oportunidad de correr en Europa. En el Campeonato del Mundo de Karting, en 1978, no le fue como esperaba. Durante la competencia llovió mucho y él no pudo controlar bien su coche. De esa época le quedó la destreza para saber los secretos de conducir con la pista mojada. ¿La razón? Entrenó varios días bajo esas condiciones.
Luego de estar varios años dedicado al entrenamiento y aprendizaje en Inglaterra, entró en la Fórmula 1, en 1984, con el equipo de Toleman, un auto que no estaba destinado a grandes cosas. Pero llegó la carrera de Mónaco. Y en la Costa Azul suele llover, como aquel 3 de junio. Arrancó en el puesto 13, y al cabo de poco tiempo empezó a escalar posiciones de manera sorprendente.
La organización, por las malas condiciones y la pésima visibilidad, decidió terminar la carrera. Pero Senna hizo caso omiso y siguió. Empapado por la fuerte lluvia, terminó en el segundo puesto a siete segundos del líder, Alain Prost. Fue entonces, en Mónaco, que el brasileño se ganó el apodo de ‘El rey del Principado’, aunque también fue el inicio de una de las rivalidades más grandes en la historia de la F1: Senna-Prost.
-Rivalidad y primer título-

Meses después de aquella carrera pasó a la escudería británica Lotus, donde estrenó su palmarés. En el GP de Portugal, nuevamente bajo la lluvia, Ayrton logró la primera 'pole position' de su carrera en la F1. Y al día siguiente, su primera victoria.
Entre 1985 y 1987, Senna vivía las mejores etapas desde que llegó al Gran Circo. Llegaron victorias tras victorias. En 1988 fichó por McLaren. El equipo británico tenía como figura justamente a Alain Prost, quien había sido campeón mundial en el 86. “Tenemos a los dos mejores pilotos del mundo”, exclamaba con orgullo el entonces jefe de la escudería, Ron Dennis. En la presentación de los dos pilotos, Prost dijo “se puede empatar” con una forzada sonrisa. “No, solo puede ganar uno”, replicaba Senna en claro reto al ‘Profesor’.
El Gran Premio de Mónaco de 1988, como aquel 3 de junio de cuatro años atrás, fue el punto de quiebre para ambos. En el documental “Senna” se logra ver que el brasileño iba primero y su equipo le dice por radio: “Llevas mucha ventaja, ¡frena!, ¡frena!, ¡frena!”. Pero no lo hizo. “Quería humillarme, demostrar que era el mejor”, se quejaba Alain. Ese mismo año, en Japón, en medio de una fuerte lluvia (por si fuera poco), Senna se proclamó campeón del mundo por primera vez y la fiesta se apoderó de Brasil.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario